“EL DIVORCIO EN LAS PRACTICAS JUDICIALES:
UNA PROPUESTA PREVENTIVA PARA PROTEGER INTEGRALMENTE LOS VINCULOS FAMILIARES”
MAG. GUTIERREZ, MONICA
Introducción:
La
presente ponencia describe la investigación llevada a cabo por investigadores
de la Universidad Católica de Cuyo que
se ejecutara durante el año 2002 en el ámbito del Poder Judicial de la
Provincia de San Juan –Defensorías Oficiales, con el objetivo de proponer
desde una perspectiva interdisciplinaria una instancia de avenimiento a los
cónyuges que peticionen el divorcio vincular en miras a la recomposición del
vínculo matrimonial, propiciando acuerdos que permitan a los cónyuges cumplir
las funciones parentales, especialmente en los casos en que aquéllos decidan
disolver el vínculo.
Se
propugna que el Estado, a través de su función de administrar justicia, asuma
una actividad preventiva y de protección a la familia en riesgo, procurando la
cohesión de los vínculos conyugales y paternos filiales. El Estado Argentino no
está cumpliendo acabadamente los compromisos asumidos en relación a la
protección de la familia. (Pacto de San José de Costa Rica, Pacto Internacional
de Derechos económicos, sociales y culturales, Convención de los Derechos del
Niño), pues a partir de la sanción de la ley de divorcio (Ley Nacional
23515), a la justicia se le ha
encomendado la constatación del quiebre conyugal y la declaración de la
disolución del vínculo matrimonial. Sin embargo, y debido a que la ley de
divorcio no previó los efectos familiares y sociales de la disolución del
vínculo matrimonial, la justicia se enfrenta hoy, con la necesidad de
intervenir en conflictos familiares cada vez más complejos y a los que
difícilmente logra atender eficazmente.
Superado
el “entusiasmo” en el divorcio y frente a sus consecuencias negativas, la
justicia debe asumir una función preventiva. En efecto, el ámbito judicial es
un sitio ideal para ejercer la prevención y
orientación de la familia en
riesgo. Al Poder Judicial acude el mayor número de familias en crisis, y es el
juez, quien por su legítima autoridad, tiene peso moral y legal para proteger a
todos los miembros de la familia y en especial, a los más débiles, con
garantías de imparcialidad.
Esta investigación
desarrolla un modelo experimental conciliatorio previo al divorcio en miras a
la prevención y conciliación, profundizando en las verdaderas causas que dan
origen a las desavenencias. Este modelo es concebido y ejecutado
interdisciplinariamente por investigadores formados en ciencias sociales,
psicólogos, psicopedagogos, trabajadores sociales y juristas.
Aspectos Metodológicos
La
investigación tiene tres etapas: a) Etapa Diagnóstica: En esta etapa se
describe la situación particular de cada familia, mediante entrevistas con padres
e hijos. b) Etapa de Intervención: En esta etapa se elaboran y desarrollan
estrategias de abordaje y de contención a la problemática familiar identificada
(entrevistas individuales y conjuntas de esposos, entrevistas entre hermanos,
talleres para padres, talleres para hijos,
encuentros de reflexión, conformación de redes sociales, acompañamiento
a las familias) y c) Etapa de evaluación: En esta etapa se verifican los
resultados obtenidos con la intervención efectuada.
Descripción de la experimentación
En
virtud del Convenio celebrado entre la Universidad Católica de Cuyo y el Poder
Judicial, las Defensorías Oficiales de Pobres y Ausentes con competencia en lo
civil, derivaron un total de 30 familias que acudieron a ellas presentando
situaciones de conflicto conyugal, y que las funcionarias judiciales estimaron,
procedía incorporarlas en la experiencia, porque reunían prima facie los
requisitos de selección estipulados para la conformación de la muestra
experimental.
Todos los matrimonios
derivados participaron al menos en una
de las actividades previstas en el modelo experimental, conformándose dos
grandes grupos los participantes y los no participantes según aceptaran o no, intervenir en la experiencia de
conciliación y avenimiento para prevenir la disolución del vínculo conyugal,
suscribiendo a tal fin un acuerdo con el otro cónyuge.
Las
familias que han participado en la experimentación del Modelo de Prevención y
Avenimiento en el Divorcio, provienen de ámbitos urbanos y rurales de la
provincia de San Juan. La conformación de la mayoría de estas familias comprueba que existe en la comunidad sanjuanina la concepción
trascendental del matrimonio, siendo el amor entre los esposos la
causa fundamental de su unión,
celebrada civil y religiosamente. La
experiencia muestra además que los esposos, aún en medio de la crisis, pueden
reconocer que son capaces de recrear el vínculo matrimonial para evitar su
disolución.
El
perfil socioeconómico de estas familias revela que las mismas tienen una situación social y
económica extremadamente frágil, precaria e inestable, ubicándose por debajo de la línea de la pobreza, posición a la
que algunas familias han descendido recientemente (nuevos pobres). Estas
familias han padecido un significativo deterioro en la calidad de vida, que se
evidencia en las distintas esferas de su vida, pero principalmente en el
limitado acceso a los niveles básicos de instrucción, en las ocupaciones
laborales precarias y los magros ingresos obtenidos en la mayoría de ellas.
Este
debilitamiento socioeconómico que afecta a la familia, no se reduce a la
insuficiencia de ingresos para hacer frente a la supervivencia, sino también a
la falta de capacidad para acceder a diferentes bienes y recursos. Los
conflictos socioeconómicos y la constante fluctuación, dinamismo y
retroalimentación, entre la familia y el entorno social, han producido cambios
en la organización familiar, suscitando el deterioro o ruptura de los vínculos
familiares, por el peso de los conflictos cotidianos. Sin embargo se ha verificado que las crisis socioeconómicas en
estas familias no constituyen en sí mismas, un factor causal, sino un agente
catalizador de tendencias preexistentes en la familia, y un desafío más entre
los tantos que el matrimonio debe afrontar.
Las dificultades que
presentan las familias se relacionan con modelos vinculares inapropiados
aprehendidos en sus familias de origen. No obstante, al consolidarse la pareja
se conforma una identidad matrimonial propia, que es capaz de adoptar
comportamientos más adecuados que los que traen de sus familias de origen. Por
eso es importante, actuar a nivel preventivo, estimulando a los cónyuges para
ayudarlos a despojarse de modelos inadecuados de interacción familiar.
El amor conyugal es uno de los
indicadores más afectados en la crisis, especialmente en cuanto a la dificultad
para discernir el bien (personal y familiar), y en recrear el proyecto de vida
compartido. Algunos esposos expresan haber llegado a una situación en que no
pueden aceptar o adaptarse al otro cónyuge, pero a pesar de ello, mantienen
el anhelo de la unidad marital y familiar y de la reconstrucción del proyecto
común. Lo mismo ocurre en los hijos en quienes se constata la necesidad de una resolución
positiva del conflicto de sus padres, anhelo de unión familiar. A los hijos, especialmente a los púberes
y adolescentes les preocupa su futuro, y se sienten muy ansiosos frente al
conflicto conyugal. Experimentan la crisis de sus padres como una tragedia
personal, inesperada e incontrolable. Solo en algunos conflictos, tales como el alcoholismo y la violencia,
los hijos consideran, la separación transitoria de sus padres como un alivio
frente a un clima familiar hostil.
El conflicto conyugal afecta el desempeño de las
funciones parentales, porque surgen como consecuencia de él, desacuerdos en el
ejercicio de la autoridad. Esta ausencia de acuerdos en la
coparentalidad repercute en la actitud de los hijos frente a la autoridad de
los padres. Los hijos responden con una actitud negativa, rechazando los límites que sus padres les
marcan. Sin embargo, las acciones implementadas con los hijos de estas familias
en pleno conflicto, dan cuenta que esta actitud no responde a una incapacidad
para ajustar sus comportamientos, sino a que en sus hogares no hay normas definidas. Las funciones parentales
también se ven afectadas porque los
padres, preocupados y deprimidos, por sus propias dificultades, descuidan a sus
hijos, quienes ante el conflicto, reaccionan con huida o escape especialmente
en la pubertad y adolescencia. Esta situación es de sumo riesgo para los hijos,
pues quedan desamparados en la propia familia.
Los conflictos conyugales
más recurrentes que se constatan en las familias que participan en esta
experimentación, son las perturbaciones en la sexualidad conyugal, la
infidelidad, el alcoholismo y la violencia.
Las
perturbaciones en la sexualidad conyugal devienen de la realización del acto sexual en forma distinta a lo que la
naturaleza ha impreso en la biología humana.
En los matrimonios que padecen este tipo de conflicto se advierte el
sometimiento de uno de los cónyuges. Los esposos pierden el sentido del acto
sexual como encuentro pleno físico, psíquico y espiritual con el otro, y lleva
a cada uno de los cónyuges a replegarse sobre sí mismos, produciéndose un
quiebre tan profundo en la relación marital que puede llevar a la ruptura
definitiva.
Los hijos también se ven afectados
por este tipo de conflicto conyugal. Les perturba ver, en general, que los
padres no pueden controlar sus impulsos y problemas sexuales, cuando ellos,
(púberes y adolescentes) están en pleno proceso de desarrollo de su propia
sexualidad. Los hijos se enfadan ante la situación de sus padres, pues esas
perturbaciones son advertidas por ellos.
Algunos juzgan y/o critican a sus padres, otros especialmente las niñas,
albergan un rechazo hacia el progenitor varón y una preocupación exacerbada y
precoz por la sexualidad.
En algunas familias el
esposo, la esposa o ambos han incurrido en infidelidad. Incluso hay casos en
los que la infidelidad ha tenido lugar con algún miembro de la familia
ampliada, lo que da cuenta de la crisis
moral instalada en algunas familias.
Los esposos ante
la infidelidad del otro, desarrollan una baja autoestima, se sienten
desvalorizados, instaurándose entre los cónyuges la desconfianza y la necesidad
de controlar al cónyuge infiel. Esta reacción se traslada del esposo víctima, a
los hijos, quienes asumen la tarea de “controlar” a su padre /madre infiel, con
el daño psicológico y la inversión de roles que semejante tarea implica.
En cuanto a las
causas de este conflicto, se concluye, que la infidelidad del varón no tiene
relación directa con la insatisfacción matrimonial, por el contrario, ellos
expresan ser felices en su vida conyugal.
Su comportamiento tiene como causa el machismo cultural, que “ve con
agrado” la infidelidad del hombre y por lo tanto, minimizan los efectos de la
infidelidad. En cambio, las mujeres sostienen que su conducta tiene como causa
directa la insatisfacción matrimonial, y
declaman la firme decisión de divorciarse, advirtiéndose también que la
infidelidad de la mujer es favorecida por el contexto ambiental.
El
alcoholismo es otro conflicto que padecen
los esposos, afectándolos en la
vida matrimonial y también en las funciones parentales. En la relación conyugal
se presenta unido a otras problemáticas especialmente la violencia y las
perturbaciones en la sexualidad. En la parentalidad, se desdibuja la imagen de
autoridad del padre de familia, al
mismo tiempo que genera en el hijo sentimientos de angustia, inseguridad y
temor, tanto por la salud de su padre, como por los conflictos sucedidos tras
cada episodio de alcoholismo. Los hijos
menores llegan incluso
a desarrollar conductas de control respecto del enfermo.
Las
familias que sufren violencia conyugal manifiestan distintos tipos de
agresiones (física, psicológica, sexual y
financiera) ejercida preponderantemente sobre la mujer, por parte de su
cónyuge; y en menor proporción las agresiones se producen en forma recíproca o
cruzada entre ambos esposos. La violencia conyugal aparece combinada con otras
conflictivas familiares, especialmente con el alcoholismo.
En
todos los casos, los hijos se ven involucrados en los episodios de violencia,
asumiendo el rol de testigos de los hechos violentos entre sus padres o
adoptando distintos tipos de actitudes tales como llorar, inmovilizarse por el temor, esconderse del
agresor o asumir la defensa del cónyuge agredido. Se verifica que los hijos de
los matrimonios con problemas de violencia conyugal, adoptan las conductas
agresivas de los padres. Esto se debe a la incidencia de los modelos de los
adultos significativos en el aprendizaje y desarrollo de conductas sociales en
los niños.
La
ejecución de las acciones del Modelo de Prevención y Avenimiento en el divorcio
destinadas a los niños, autoriza a afirmar que la conflictiva matrimonial
influye notablemente en algunos aspectos o áreas de la personalidad de los
hijos. En cuanto al desarrollo intelectual se muestra que a medida que los hijos crecen en edad cronológica, el
desarrollo de pensamiento se aleja del esperado para dichas etapas evolutivas.
Se observan también disfuncines en las operaciones del
pensamiento, que no implican una incapacidad intelectual; sino que
responden, a que el pensamiento del niño está, temporalmente, abocado a la resolución de los problemas de la vida
familiar. La conflictiva conyugal de los padres le acarrea a los hijos una
mayor demanda de funciones cognitivas para la comprensión de la situación
familiar.
La
crisis conyugal también repercute en el aspecto socio-afectivo de los niños.
Los hijos manifiestan sentimientos de tristeza, sensaciones de pérdida y
abandono, culpa y ansiedad. Los púberes y adolescentes tienen la sensación de que la brecha generacional se ha
violado y se sienten abandonados e inseguros.
El sentimiento de culpa, tristeza e impotencia que experimentan ante la
situación de sus padres, genera sentimientos de carencia de valor ante sí
mismos y los demás, con la concomitante disminución de la autoestima lo que
repercute, en el plano social, en actitudes de sumisión y retraimiento.
Los
modelos de identificación primarios son avizorados, por los hijos menores,
como inseguros y amenazantes, sobre
todo de la estabilidad emocional, apareciendo como imágenes supletorias de las
figuras parentales, las de los hermanos. Para los púberes y adolescentes, los
padres tampoco constituyen modelos de identificación. La relación con los progenitores es de suma importancia, tanto
para los niños como para los adolescentes, ya que para los menores constituye
el marco de estabilidad, equilibrio y seguridad, en el desarrollo de sus
capacidades y la conformación e integración de su personalidad. En tanto que,
para los adolescentes es fundamental para lograr la separación, individuación y
consolidación de la personalidad. Se consta que los niños de las familias
analizadas, al desvalorizar las figuras
parentales, carecen de modelos de
identificación, lo que marca un riesgo en el normal desarrollo de los procesos
psíquicos descriptos.
En
cuanto al Modelo de Avenimiento y Prevención en el divorcio la evaluación del
diseño y experimentación efectuada desde la visión de todos los participantes,
confirma que el mismo, está dotado de eficacia porque se ha logrado comprender
en forma abarcativa e integral la
problemática que viven las familias que participaron de la experiencia. Se ha
logrado evitar la disolución del vínculo, toda vez que ninguna de estas
familias ha accionado por divorcio vincular o separación personal. Incluso los
esposos han logrado
concretar acuerdos viables en pro del bienestar de sus familias,
habiendo superado la tensión de crisis matrimonial que motivó que acudieran a
la justicia. En el término de doce
meses estos matrimonios no han requerido de asistencia judicial estrictamente,
esto permite concluir que su problemática familiar ha sido suficientemente
contenida. Pese al optimismo que estos resultados generan, se sabe que la
naturaleza de las conflictivas conyugales y familiares, no es susceptible de cambios
y transformaciones que puedan ser evaluadas en un plazos breves como el de esta
experimentación. Por otro lado, la eficacia y calidad de las intervenciones
interdisciplinarias en familias con conflictos, requiere de acompañamientos
sostenidos en el tiempo.
La ley de forma de San Juan carece
de un espacio específico para el avenimiento en el proceso judicial que
posibilite la prevención del divorcio. El derecho procesal comparado de otras
provincias, da cuenta de la existencia de una instancia conciliatoria en temas
de familia, en las que un funcionario judicial (asesor de familia, consejero de
familia) asume la tarea de tratar personalmente a los esposos, y asistido por
un equipo interdisciplinario, procura acuerdos, que luego reciben homologación
judicial. Siendo las figuras del asesor de familia de la ley nacional 21.180 y
el consejero de familia de la ley Prov. de Bs. As. 11.453 las que ofrecen
modelos susceptibles de incorporar al procedimiento local.
La
experimentación del Modelo de Prevención y Avenimiento en el proceso de
divorcio demuestra que las acciones diseñadas son compatibles con la práctica
judicial, porque satisfacen una demanda tanto de las familias como del sistema
judicial mismo, al posibilitar la profundización en las causas de los conflictos
y actuar preventivamente sobre la generación de nuevos conflictos, el
rompimiento del vínculo conyugal y la abdicación de los roles parentales.
En la búsqueda de lograr la eficacia del servicio
de justicia es necesario adoptar nuevas prácticas que tutelen a la familia.
Aprovechando la experiencia del derecho procesal comparado, esta investigación experimental propugna
una justicia preventiva y de acompañamiento, propone transformaciones en la
función de administrar justicia en el proceso de divorcio, aplicable a todo
conflicto familiar. El órgano jurisdiccional frente al divorcio cobraría
así, un perfil distinto, a través de la presencia de una justicia continua.
Para lograrlo necesita incorporar al
procedimiento una instancia de conciliación familiar que incluya acciones
como las aquí descriptas e interactuar con el medio, especialmente
con instituciones a las que les compete la protección integral de la familia.
Así como también, debe valerse del
compromiso de la comunidad, a través de familias que testifiquen la solidez
de sus vínculos, y que puedan acompañar y sostener a aquéllas que padecen
dificultades para resolver sus conflictos. Esta investigación pone de resalto
un modelo pragmático, y ha logrado diseñar una herramienta jurídica, sometida a
pruebas de experimentación y evaluación, que empuja una cabal y profunda
efectivización de los mandatos de protección y acompañamiento que las
convenciones internacionales y la Constitución Nacional, le conceden a la
familia.